En Venezuela las cárceles están superpobladas, existe un
360% de hacinamiento. Hay algunas que disponen de ciertas comodidades, pero en
el 90%, las condiciones de vida son muy precarias, por no decir indignas del
ser humano
Hay muchas personas que se jactan en decir "métanlo
preso, que me lleven preso, ni importa si voy preso". Les digo, estimados
lectores, que no saben cómo son las cárceles, ni conocen el frío del barrote,
sino mantienen un odio que los tiene envueltos en una pobre miseria humana.
Soy de los convencidos de que una persona que cometa un
delito debe ser detenida, pero que esa detención no vulnere sus derechos
humanos; una persona detenida pierde su libertad pero no su dignidad; por ello,
muchas veces hemos dicho a través de este espacio, que cuando un juez priva de
libertad a un ciudadano, lo condena a muerte, aunque no lo sepa, y por ello es
importante llamar a la reflexión en trabajar por las cárceles.
No es un favor al partido ni al gobierno de turno, es un
trabajo que sólo lo saben hacer quienes hayan caminado cárceles, quienes hayan
sudado cárceles y quienes sepan que la función es educadora y no represora. Por
ello, es importante que sepan que los pabellones y pasillos de un penal están
llenos de sangre, tortura, lágrimas, sudor, desesperación, engaños.
Desde esta trinchera de lucha hemos estado brindando algunas
recomendaciones a la ministra de Asuntos Penitenciarios, sin salirnos de seguir
denunciando lo que tengamos que denunciar, pero por ello no vamos a dejar de brindar algunas
alternativas importantes, que pueden ayudar a salir de esta deprimente
situación a muchas familias venezolanas y creo que una de las primeras, debe ser
atacar el ocio carcelario, para hacer más humana la vida en la cárcel
Es muy importante prever iniciativas concretas que permitan
a los reclusos desarrollar, en cuanto sea posible, actividades laborales
capaces de sacarlos del empobrecimiento del ocio. Así se les podrá introducir
en procesos formativos que faciliten su reinserción en el mundo del trabajo al
final de la pena o mientras están en proceso.
No hay que descuidar, además, el acompañamiento psicológico
que puede servir para resolver aspectos problemáticos de la personalidad. La
cárcel no debe ser un lugar de deseducación, de ocio y tal vez de vicio, sino
de redención.
La prisión, estimados lectores, como castigo es tan antigua
como la historia del hombre. En Venezuela las cárceles están superpobladas,
existe un 360% de hacinamiento. Hay algunas que disponen de ciertas
comodidades, pero en el 90%, las condiciones de vida son muy precarias, por no
decir indignas del ser humano.
El Ministerio de Asuntos Penitenciarios debe revisar su
sistema carcelario pero con un proyecto, para adecuarlo cada vez más a las
exigencias de la persona humana. Este organismo que acaba de nacer, merece que
sean animados a levantar una institución diferente, técnica, teniendo en cuenta
un recurso más frecuente a penas que no priven de la libertad
Humberto Prado. Tal Cual
http://www.talcualdigital.com/Avances/Viewer.aspx?id=57450&secid=44
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