martes, 23 de agosto de 2011

El horror de las cárceles



En Venezuela las cárceles están superpobladas, existe un 360% de hacinamiento. Hay algunas que disponen de ciertas comodidades, pero en el 90%, las condiciones de vida son muy precarias, por no decir indignas del ser humano  

Hay muchas personas que se jactan en decir "métanlo preso, que me lleven preso, ni importa si voy preso". Les digo, estimados lectores, que no saben cómo son las cárceles, ni conocen el frío del barrote, sino mantienen un odio que los tiene envueltos en una pobre miseria humana.

Soy de los convencidos de que una persona que cometa un delito debe ser detenida, pero que esa detención no vulnere sus derechos humanos; una persona detenida pierde su libertad pero no su dignidad; por ello, muchas veces hemos dicho a través de este espacio, que cuando un juez priva de libertad a un ciudadano, lo condena a muerte, aunque no lo sepa, y por ello es importante llamar a la reflexión en trabajar por las cárceles.
No es un favor al partido ni al gobierno de turno, es un trabajo que sólo lo saben hacer quienes hayan caminado cárceles, quienes hayan sudado cárceles y quienes sepan que la función es educadora y no represora. Por ello, es importante que sepan que los pabellones y pasillos de un penal están llenos de sangre, tortura, lágrimas, sudor, desesperación, engaños.

Desde esta trinchera de lucha hemos estado brindando algunas recomendaciones a la ministra de Asuntos Penitenciarios, sin salirnos de seguir denunciando lo que tengamos que denunciar, pero por  ello no vamos a dejar de brindar algunas alternativas importantes, que pueden ayudar a salir de esta deprimente situación a muchas familias venezolanas y creo que una de las primeras, debe ser atacar el ocio carcelario, para hacer más humana la vida en la cárcel
Es muy importante prever iniciativas concretas que permitan a los reclusos desarrollar, en cuanto sea posible, actividades laborales capaces de sacarlos del empobrecimiento del ocio. Así se les podrá introducir en procesos formativos que faciliten su reinserción en el mundo del trabajo al final de la pena o mientras están en proceso.
No hay que descuidar, además, el acompañamiento psicológico que puede servir para resolver aspectos problemáticos de la personalidad. La cárcel no debe ser un lugar de deseducación, de ocio y tal vez de vicio, sino de redención.
La prisión, estimados lectores, como castigo es tan antigua como la historia del hombre. En Venezuela las cárceles están superpobladas, existe un 360% de hacinamiento. Hay algunas que disponen de ciertas comodidades, pero en el 90%, las condiciones de vida son muy precarias, por no decir indignas del ser humano.
El Ministerio de Asuntos Penitenciarios debe revisar su sistema carcelario pero con un proyecto, para adecuarlo cada vez más a las exigencias de la persona humana. Este organismo que acaba de nacer, merece que sean animados a levantar una institución diferente, técnica, teniendo en cuenta un recurso más frecuente a penas que no priven de la libertad

Humberto Prado. Tal Cual
http://www.talcualdigital.com/Avances/Viewer.aspx?id=57450&secid=44

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